Al final morimos todos de ese veneno conocido como el-corazón-en-la-boca. El tuyo lo llevas en la mano. Devuélvelo a su lugar. Quien coma de él, se aficionará.

Monday, June 21, 2010

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he pensado
esta noche
en todas las otras noches metidas en cuadros
-encuadradas-
entre cuatro listones que no pesan más que la vida
he pensado
que no hace falta tanto
para ser
feliz
que basta con un solo listón
y un martillo
de unicornio color cuerno
para apretar
las tuercas
he pensado
que sólo yo podré terminar conmigo
en un callejón
lleno de charcos que reflejen
peleas
imaginarias
he pensado que imaginar no cuesta tanto
como una mujer desnuda metida en una bañera
a las cinco de la mañana
de un martes
cualquiera
hecha añicos
he pensado
que volveré sobre mis pasos
cada uno de los días
que la nevera no cierre
por vacaciones
a buscarte
he pensado en los cotos de caza
donde nadie pasea
por miedo
inundados
de lana y madejas de hilo color hilo
he pensado en entonces:
cuando los bosques serán laberintos
y los museos bosques
y los laberintos
serán sólo hilos
donde jugar
frente a frente enfrentados
frente a un escuadrón
de caballos,
peones y reinas
de un ajedrez despiezado
a
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Thursday, June 10, 2010

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Mi vida es una sucesión de ventanas
que no cierran










y dejan entrar el frío.
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Monday, June 07, 2010

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Yo pensaba en perchas y trapecios y tú en naves espaciales. Te decía tonterías como que echaba de menos lavarme con jabón en los bares y que estaba harta de los ríos imposibles. Tú te reías: que prefiero la arrogancia cósmica y hacer despegar mis estructuras de mecano que a ti te hacen pensar en tu padre y en su estantería de madera. Les dedicaste casi todas las tardes del verano que pasamos juntos. El de las inundaciones en China. A tus estructuras de mecano.

También encontrabas tiempo para mirarme, agarrarme entre las piernas y hacerme bailar con la brisa de verano y las luces de los puentes en las fiestas y mis dedos en tu espalda, bálsamo de esa fiebre megalómana que te entraba cada vez que veíamos el agua subir y mis labios abrirse.

Te dije no podemos esperar aquí a morirnos juntos. Encendiste el ventilador y creo que algún cigarro. Me asfixiaba la densidad de las nubes y el gris y el humo del calor, a la orilla del río, entre tanto escombro de amor derruido. Hacia el final de agosto ya no quedaba nada, no nos quedaba nada. Nunca he sabido si derrotamos a las ruinas o si fuimos nosotros los que resultamos vencidos.

Me dijiste estás preciosa y respiraste en mi cuello, el último día, frente a nuestra ciudad ardiente que habíamos convertido en olvido. Me empujaste al suelo y nos miramos desde abajo, como dos niños compartiendo un caramelo de café de esos que luego se quedan para siempre entre los huecos de los dientes. Permanecimos un rato así, en silencio, tu-ojo-clavado-en-mi-ojo.

Algo se derrumbaba fuera. No supimos qué decir. Que cuarenta años son muchos para esperar a morirse más tarde.

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Wednesday, June 02, 2010

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Este año nadie ha prohibido la nieve

y las mujeres cruzan las calles cortadas
tomando atajos
llorando desconsoladamente tras los cristales
de sus copas de vino
blanco;
planeando conquistar el mundo con una carrera
en las medias -sin terminar-,
dos barras de labios
y un lápiz;

hoy mi ciudad se ha parado
como un corazón
mal
puesto;



los trenes ya no llegan a Siberia,
es el invierno más frío del mundo
y mi ciudad se ha parado

las prostitutas
recogen su ropa tendida
en la nieve;
han cerrado las panaderías y las iglesias no responden
al teléfono

hoy mi ciudad se ha parado

en el café, las mujeres
se cortan el pelo y piensan en lo mucho que fueron antes
felices
mujeres.

Ha pasado todo: el tiempo, el tren, la vida, cosas terribles, la moda, la tormenta.

Ya no somos mil novecientos treinta ni tenemos quince años.

Y Mallarmé
and so the winter remains the creative intellectual season.
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Yo

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Soy un plano, un poema, una foto, un plano de una foto a un poema. Negra por fuera, roja por fuera -no hay dentro posible. Soy también de esas chicas cuellilargas, zanquiformes, con palabras y pupilas y canciones favoritas. Ya sabes, con el bosque de la noche como emblema. Combato el tiempo entre terrones de azúcar, galletas y piezas de fruta. Guardo mi corazón en un tarro y bebo café con espejos. Abandoné mi pasado en azul y ahora cruzo la estepa mongola, entre fórmulas secretas y aventuras espaciales, vestida de antigua, "tragique, triste y terrible", como las grandes heroínas de los libros.