Al final morimos todos de ese veneno conocido como el-corazón-en-la-boca. El tuyo lo llevas en la mano. Devuélvelo a su lugar. Quien coma de él, se aficionará.

Tuesday, November 16, 2010

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No quisiera morir
habiéndome convertido
en todo aquello que detesto,
encerrada entre 4 venas mal puestas
y una arteria-potencia a punto
de dar paso al acto
temible
de la aneurisma,
la angina de pecho sorbiendo
por una pajita naranja de mandarina
un infarto al corazón
que me deje medio viva,
o una corriente de aire
como lo llama mi abuelo
cuando coge la manguera y se pone las botas
de goma
para enfadarlos a todos
y se arranca los lunares
con una cuchilla afilada
porque ha decidido
que no,
que ya son muchos,
noventa años
son muchos
aguantando
los mismos lunares siempre
en los mismos lugares de siempre.

Y es entonces cuando a la cabeza
le sobreviene el cansancio de un cuerpo
casi parecido
pero peor
al cuerpo de antes
al que conocieron nuestras abuelas
con la luz apagada
al otro lado del abismo
de dos camas separadas
por un lunar
que se hincha tanto en un tobillo mal hecho
sin mitosis ni meiosis
dentro de un zapato de goma sin tacón y con la aguja rota
para un último baile
de recuerdos y vestidos digitales
imposibles
de digerir
porque no ocupan espacio,
sólo memoria.

Y yo mientras,
sin querer morir
como una tonta
sin haberme convertido en algo
en lo que hoy
pienso,
tan lejos de todos
arrojada en lo más alto de un séptimo piso sin ascensor, con 4 dormitorios, 2 baños y 1 salón con terraza para mí sola
con vistas a la vida
triste
de otros
en un séptimo piso mal puesto
de paredes con chinchetas
y flores e inquilinos de plástico que no se mueren
tampoco
a pesar de las corrientes de aire,
sin ocupar memoria,
sólo espacio.

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1 comment:

OjosMiel. said...

Es triste que alguien muera sin pertenecer a la memoria de otro. Es la única forma de permanecer en el tiempo.

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Yo

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Soy un plano, un poema, una foto, un plano de una foto a un poema. Negra por fuera, roja por fuera -no hay dentro posible. Soy también de esas chicas cuellilargas, zanquiformes, con palabras y pupilas y canciones favoritas. Ya sabes, con el bosque de la noche como emblema. Combato el tiempo entre terrones de azúcar, galletas y piezas de fruta. Guardo mi corazón en un tarro y bebo café con espejos. Abandoné mi pasado en azul y ahora cruzo la estepa mongola, entre fórmulas secretas y aventuras espaciales, vestida de antigua, "tragique, triste y terrible", como las grandes heroínas de los libros.